Acusaciones de espionaje: ¿la nueva carta del gobierno o su última esperanza?

Ayer por la mañana, otro nuevo pero conocido espectáculo se desató en el ámbito legal y político: se abrió una nueva investigación contra el candidato presidencial encarcelado Ekrem İmamoğlu y su asesor de comunicaciones Necati Özkan por cargos de " espionaje ". El editor jefe de TELE1 y periodista, Merdan Yanardağ, también fue detenido en relación con el mismo caso. El anuncio de la Fiscalía General de Estambul de que la investigación "se está ampliando y continuando en cooperación con la Organización Nacional de Inteligencia (MİT) y el Departamento de Policía" es más que un simple proceso legal; es un mensaje político.
Las elecciones locales de 2019 fueron presuntamente manipuladas, se compartió información electoral y se llevaron a cabo actividades de espionaje en colaboración con agencias de inteligencia extranjeras. Esta vez, el nombre identificado es Hüseyin Gün. Las acusaciones de que este misterioso individuo es el líder de una organización criminal con fines de lucro liderada por Ekrem İmamoğlu, de que Necati Özkan contribuyó a la campaña con análisis de perfiles de votantes y de que Merdan Yanardağ participó en el proceso organizando a la prensa nos dejan con un humor negro. Así pues, las elecciones de Estambul fueron esencialmente una operación de James Bond, y no nos dimos cuenta mientras los agentes del MI6 contaban los votos en las urnas. No sorprendería a nadie que pronto presentaran otra "prueba" que afirmara que İmamoğlu manipuló las papeletas con un bolígrafo espía.
Francamente, deberíamos discutir las intenciones políticas de estas acusaciones más que su contenido legal. Los métodos que hemos presenciado en Turquía en los últimos años apuntan a una sola conclusión: el gobierno está forzando su creatividad al disfrazarlo de legalidad para neutralizar a la oposición efectiva. Ni los diplomas, ni las acusaciones de terrorismo ni de corrupción han encontrado credibilidad entre la opinión pública; ahora es el momento de abordar la "amenaza a la seguridad del Estado".
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Esta maniobra claramente persigue dos objetivos: primero, inventar una justificación para el nombramiento de un síndico en la Municipalidad Metropolitana de Estambul, clasificar a İmamoğlu como una "amenaza para la seguridad del Estado" y abrir la puerta a la intervención administrativa. Segundo, intentar silenciar las voces disidentes intimidando a los medios de comunicación mediante Merdan Yanardağ, un ataque psicológico diseñado para convencer a la opinión pública, a la que no han logrado convencer.
Porque la gran mayoría del público considera estas operaciones políticas, no legales. Las encuestas de opinión pública muestran que el debate sobre el diploma, las acusaciones de terrorismo o las acusaciones de corrupción siguen sin convencer al público. Por lo tanto, el gobierno está reestructurando su repertorio de acusaciones inflacionarias, aferrándose a narrativas como la afirmación de que las elecciones de 2019 se ganaron con el apoyo de inteligencia extranjera. Simplemente no pueden aceptar que fueron derrotados por la voluntad popular.
Más allá de las tácticas políticas, también existe un problema ético. Quienes inventan estas afirmaciones, quienes ponen a la venta los datos de todos los ciudadanos por 100 liras turcas, intentan presentar las prácticas municipales como espionaje. ¿Acaso quienes hacen una acusación tan grave comprenden el significado del espionaje? ¿O es una prueba de la grave situación que enfrentan en la investigación de la Municipalidad Metropolitana de Estambul?
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El historial de "conspiraciones" e intentos de presionar a los medios de comunicación de la oposición por parte del gobierno no es nuevo; prácticamente se ha convertido en un clásico. Las investigaciones que pesan sobre TELE1, que siempre ha dicho la verdad, penden desde hace tiempo como una espada de Damocles. Intentar convertir en "espías" a los periodistas Merdan Yanardağ y Ekrem İmamoğlu, quienes ganaron la nominación presidencial con los votos de 15,5 millones de ciudadanos, no solo es una violación de la ley, sino también una bofetada a la conciencia; es como una escena tragicómica. El verdadero problema de seguridad de este país reside en la mentalidad del gobierno, que declara la voluntad del pueblo como enemiga. Con el pretexto de proteger la supervivencia del Estado, pretende proteger sus propios intereses.
Esta orden, que intenta salvar su propia existencia, ha agotado hace tiempo su propia legitimidad.
Todo el mundo sabe que la investigación de la Municipalidad Metropolitana de Estambul no es un asunto legal, sino una operación política y una intimidación organizada contra los medios de comunicación de la oposición.
El gobierno cree que puede silenciar a la oposición usando la ley como garrote; sin embargo, ningún gobierno que haya sobrevivido gracias a regímenes de miedo ha durado mucho tiempo.
Ninguna victoria obtenida mediante presiones, amenazas o relatos de espionaje es legítima.
La democracia no se puede entregar; cada voz silenciada, cada noticia prohibida, cada voto ignorado, tarde o temprano regresará como evidencia que erosionará la legitimidad de este gobierno.
Entonces, ¿cuál es el próximo plan del AKP? ¿Atacarán a los 4.169.765 votantes de Ekrem İmamoğlu? ¿Soy yo el próximo objetivo del AKP, o lo eres tú?
BirGün




