¿Cómo sabe nuestro cerebro que algo es real?

Tu cerebro combina la imaginación con la realidad, a veces demasiado bien. De alguna manera, creemos ver o escuchar a alguien. Pero ¿cómo podemos estar seguros?
“Creamos nuestra percepción de la realidad tanto como la percibimos”.
Aunque los neurocientíficos pueden debatir los detalles, la mayoría está de acuerdo en que la percepción (esencialmente, cómo procesamos la información sensorial y creamos una experiencia coherente) implica la construcción activa de la realidad, en oposición a la percepción pasiva del mundo que nos rodea, informó Popular Science Turkish.
Por ejemplo, cuando ves una calle concurrida, creas activamente esa realidad, combinando la información de tus sentidos (las formas que ves y los sonidos que oyes de los coches pasando) con tus experiencias pasadas (saber que has caminado por ese famoso bulevar). Reconocer al instante que los coches que pasan a toda velocidad por la calle son reales te ayuda a mantenerte seguro.
Si bien este modelo de experimentar la realidad es eficiente, no es infalible: nuestro cerebro a veces puede malinterpretar las cosas. Dijkstra, investigador principal del Laboratorio de Imaginación y Realidad del University College de Londres, exploró esta discrepancia en un artículo reciente publicado en la revista Neuron.
¿Cómo logró un psicólogo de principios del siglo XX engañar a nuestras mentes?Gran parte del trabajo de Dijkstra se inspiró en la pionera psicóloga Mary Cheves West Perky. En su influyente artículo de 1910 sobre imaginación y percepción, Perky pidió a los sujetos que visualizaran objetos —un tomate rojo, una hoja verde, etc.— en una pared vacía. En este espacio aparentemente vacío, Perky proyectaba disimuladamente imágenes apenas visibles de los mismos objetos sobre la pared.
Sin ser conscientes de la situación, los sujetos atribuyeron estos objetos percibidos a su imaginación, más que a proyecciones. Según Perky, «La imagen de la imaginación debe tener mucho en común con la percepción de la vida cotidiana».
Más de un siglo después, muchos investigadores creen que la imaginación y la percepción se combinan para crear nuestra percepción de la realidad. Entonces, ¿cómo sabe nuestro cerebro qué es real y qué no? La nueva investigación de Dijkstra podría tener la respuesta.
Poniendo a prueba los cerebros del siglo XXI“Esperábamos que los resultados fueran más complejos y matizados”, dice Djikstra.
Pero los escáneres cerebrales medidos con resonancia magnética funcional (fMRI) le indicaron a Dijkstra algo claro: el nivel de actividad en el grus fusiforme puede determinar si una persona cree que una imagen es real. Ubicada detrás de las sienes, a ambos lados del cerebro, esta región desempeña un papel clave en el reconocimiento de rostros y objetos, pero su capacidad potencial para distinguir lo real de lo falso era algo que los neurocientíficos desconocían previamente.
El estudio es como una versión moderna del experimento de Perky. En lugar de proyectar frutas y otros objetos en una pared, Djikstra y sus colegas pidieron a los participantes que visualizaran un conjunto de líneas diagonales en una pantalla. Estas líneas se proyectaron en una máquina de resonancia magnética funcional a través de un divisor. (Usar formas simples como líneas diagonales facilita predecir lo que los sujetos podrían estar visualizando. Al pedirles que imaginaran una hoja, podrían visualizar una amplia gama de formas y colores). Estas líneas diagonales se proyectaron sobre un fondo con ruido (como una imagen de televisión granulada) para dificultar la distinción entre la realidad y la imaginación.
Al observar líneas proyectadas reales, la actividad en el giro fusiforme fue más intensa que cuando sabían que simplemente estaban imaginando las líneas diagonales. Al observar estas líneas proyectadas, la actividad también aumentó en la ínsula anterior de la corteza prefrontal, un núcleo central de redes cerebrales en la parte frontal del cerebro.
Pero cuando alguien confundía las líneas imaginarias con las reales y experimentaba una alucinación leve, tanto la región del giro del huso como la de la ínsula anterior se activaban, como si estuviera viendo algo real.
El "umbral de realidad" del cerebroTras estos resultados, Dijkstra y su equipo de investigación concluyeron que las señales visualizadas y percibidas se combinan para formar una «señal de realidad». Cuando esta señal es lo suficientemente intensa, cruza el «umbral de realidad» y percibimos lo que percibimos como realidad objetiva.
Si bien Dijkstra cree que la actividad en la circunvolución fusiforme determina si algo traspasa este umbral de realidad, afirma que su investigación se encuentra en sus primeras etapas. Sugiere que podría ocurrir lo contrario, y que la actividad en la corteza prefrontal podría estar decidiendo si algo es real o no basándose en otras señales, que luego retroalimenta a la circunvolución fusiforme, mejorando la experiencia o haciéndola más vívida.
Mirando más allá de los escáneres cerebralesLa forma en que se cruza este umbral es importante. Por ejemplo, demostrar una relación causal entre la actividad en el giro fusiforme y las alucinaciones podría permitir a los futuros médicos intentar tratar la esquizofrenia y otros trastornos cerebrales mediante la estimulación de esta parte del cerebro.
La investigación no solo arroja luz sobre por qué las personas ven objetos inexistentes, sino que también podría ayudar a explicar por qué a veces no podemos creer lo que vemos. Cuando Dijkstra se mudó a Londres desde los Países Bajos, vio una criatura a lo lejos mientras caminaba por su barrio. Aunque estaba solo, supuso que era un perro. "Me quedé impactado. Pensé: '¿Dónde está el dueño?'. De hecho, había visto un perro". Si no se hubiera dado la vuelta y cuestionado su realidad, tal vez no se habría dado cuenta de que en realidad estaba viendo uno de los aproximadamente 10.000 zorros que habitan su nueva ciudad. Por un instante, Dijkstra percibió algo que no coincidía con sus experiencias pasadas; había visto algo que no existía.
En cuanto al futuro de su investigación, Dijkstra afirma que aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre la percepción, como si las personas con una imaginación vívida son más propensas a las alucinaciones. En este ámbito, es importante cuestionar constantemente lo que se cree cierto. «Puede que tengas una gran idea que parezca tan lógica, que parezca explicar tantas cosas, pero luego resulte ser completamente errónea», afirma. «Y no pasa nada, porque seguimos avanzando».
Cumhuriyet