David Bowie vuelve a Londres convertido en museo: 90.000 piezas para santificar a Ziggy Stardust

Casi 10 años después de su muerte, David Bowie vuelve hoy a Londres para quedarse. No a su barrio natal de Brixton, que en 1947 era una zona de clase obrera en la que todavía había casas destruidas por los bombardeos alemanes, sino al Parque Olímpico Queen Elizabeth, la flamante área desarrollada para los juegos olímpicos de 2012.
En realidad, Bowie no vuelve. Cuando murió de cáncer en Nueva York a los 69 años y dos días, el 10 de enero de 2015, fue cremado y sus cenizas, se supone, esparcidas al mar en Bali, en Indonesia. Vuelve su parafernalia. Lo que, en un artista que pasó la vida reinventándose, adoptando diferentes personalidades y saltando de género musical en género musical, y hasta tonteando con otras formas de expresión artística, es, en realidad, el segundo retorno de David Bowie.

Y regresa, además, para quedarse. No lo hace como querrían sus fans, es decir, bajo la forma de su álter ego de 1972, ZIggy Stardust, pero sí de una forma interesante: dividido en, tal vez, tantas partículas como sus cenizas. No son parte material de él, aunque sí de su creatividad. Porque Bowie vuelve a Londres bajo la forma de 90.000 objetos de todo tipo que recogen la obra del rockero que se ganó a pulso el mote de El camaleón. La impresionante colección quedará permanentemente en el Centro David Bowie del museo Victoria & Albert, el mayor centro de diseño y artes aplicadas y decorativas.
Los visitantes pueden, además, pedir cualquiera de esas piezas. ¿Las llaves del piso de Bowie en Berlín? Hecho. ¿Los zapatos que llevó en tal o cual gira? Lo mismo. ¿Una carta de Lady Gaga? En un minuto. ¿Quiere usted saber de dónde sacó Bowie al Major Tom de Space Oddity, Ashes to Ashes y, según muchos, el vídeo de su obra cuasi póstuma Blackstar? Si va al Victoria & Albert y mira donde tiene que mirar, encontrará la respuesta (una pista: busque el guión de alguna película que nunca se filmó).

El cantante empezó a coleccionar su propia parafernalia 25 años antes de su muerte. En algunas ocasiones, llegó a pujar en la casa de subastas online eBay por memorabilia suya. Todo ello ha creado un compendio -tanto por la exposición como por las piezas que hay que pedir- difícil de resistir no ya para los fans de Bowie, sino para cualquier aficionado a la música popular. Ésa es la razón por la que el Victoria & Albert no va a poner más entradas a la venta hasta el 22 de octubre.
La inauguración, hoy, es un preámbulo de la esperada inauguración de una nueva sección del Museo en su segunda sede del Parque Olímpico Queen Elizabeth, a una considerable distancia -física y, sobre todo, psicológica- de la sede de Kensington del Victoria & Albert que todo el mundo conoce, y a años-luz del Richmond de hoy. En cierto sentido, el Centro David Bowie es la gentrificación del legado del artista, algo que él mismo hizo en vida, cuando pasó de representar la vanguardia en los 70 a ser un miembro -excéntrico, eso sí- de la aristocracia del rock en los 80, 90 y primera década de este siglo.

El proyecto no sólo es un recorrido por la trayectoria artística de Bowie sino, también, por cinco décadas de música popular. Ahí está, por ejemplo, una carta de un restaurante en Berlín de finales de los 70, cuando Bowie residió en la capital alemana, entonces una ciudad partida por el Muro que dividía Europa en la que Occidente había fomentado la cultura juvenil como una manera de que los jóvenes de los países comunistas se dieran cuenta de lo que se estaban perdiendo. El menú tiene anotaciones a mano con las preferencias de cada comensal: Bowie, Visconti (presumiblemente Tony, su productor aquellos años), Pop y Jim. Estos últimos, según el diario Daily Telegraph, son la misma persona: el estadounidense James Osterberg, más conocido como Iggy Pop.
Lo cual plantea una cuestión para las generaciones futuras: ¿comía Iggy Pop lo de dos personas? Conociendo su historia de excesos, es perfectamente posible. Aunque no deja de ser llamativo que del trío de ilustres que pasaron por Berlín en los 70 -Bowie, Lou Reed, e Iggy Pop- el único que no ha sucumbido al cáncer de hígado, que frecuentemente está vinculado al consumo de drogas, sea, precisamente, el que tenía pinta de ser el más bestia de los tres. David Bowie siempre fue el de imagen más sofisticada y, sobre todo, cuidada. Fue un esfuerzo que ya hizo en vida y que ha continuado tras su muerte. El Centro David Bowie del Victoria & Albert en la santificación definitiva de David Bowie en detrimento de Ziggy Stardust.
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