Rosalía ha publicado un álbum divino. La cantante española también brilla con su desdén y burla.

La cantante española se hizo famosa por sus fusiones de pop y flamenco. En "Lux", abraza la opulencia operística, cautivando al público con su expresividad y refinamiento.

Batería y trompetas, cuerdas y coros. El sonido exuberante de "Lux", el cuarto álbum de estudio de Rosalía, a veces invita a cantar la "Oda a la Alegría" de Beethoven. Pero la cantante pop española plantea sus propios temas. En resumen: Dios y el mundo.
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De esto habla en «Sexo, Violencia y Llantas», la primera canción. Al principio, solo se oye un piano que se va desplegando en arpegios románticos, aumentando gradualmente su volumen. En el punto álgido de la tensión, la voz de la cantante entra en primer plano, como si estuviera en un escenario, una plataforma, un púlpito.
«Primero amaré el mundo y luego amaré a Dios», canta Rosalía con su ferviente voz de soprano. Pero luego se pregunta quién podría mediar entre el cielo y la tierra pecadora. ¿Acaso algún nuevo mesías? Al final del álbum, sin embargo, una cosa queda clara: nadie conoce tan bien el deseo terrenal y el amor celestial como la propia Rosalía.
Europa célebreSentirse abrumado por la música puede tener diversas razones. ¿Será la densidad de sus recursos expresivos? ¿O el talento artístico en estado puro? Quizás sea el ruido de la recepción, que deja poco espacio para la sensibilidad personal. En el caso de «Lux» de Rosalía, todos estos elementos confluyen.
La cantante pop sorprende inicialmente con su material. Este se nutre de la música clásica: utiliza orquestas, cuartetos de cuerda y coros; además, incorpora numerosos elementos de la música folclórica europea, como el fado y, sobre todo, el flamenco. En este sentido, «Lux» se presenta como una celebración de la cultura musical europea.
Rosalía no se limita a clichés ni a un atractivo superficial; también ha adquirido una sensibilidad clásica. Esto se evidencia, por ejemplo, en su manejo del ritmo. Rosalía varía el compás y crea variedad mediante compases ternarios, cuaternarios y de 5/4. Sin embargo, la mayoría de las veces, la música no se subordina a un pulso continuo, como es típico en la música pop. En cambio, la cantante se permite pausas para prolongaciones expresivas, para el rubato y el ritardando. Necesita esto para los numerosos adornos en su fraseo flamenco, así como en canciones de carácter baladístico. «Mio Cristo Piange Diamanti», por ejemplo, recuerda a un aria de ópera por su estructura rítmica libre.
Sin embargo, la cantante española no se presenta de repente como una diva de la ópera. Se consolida como una estrella del pop que maneja los medios y las técnicas con gran seguridad. Para potenciar los efectos, crea repetidamente fuertes contrastes entre el fortissimo y el piano, entre la delicadeza de las cuerdas y los ritmos electrónicos contundentes.
La música de Rosalía puede compararse con las bandas sonoras de películas, donde los elementos estilísticos refuerzan el drama narrativo. Con «Lux», uno piensa particularmente en películas de fantasía: porque, al igual que en las historias de fantasía donde se entrelazan momentos arcaicos y ciencia ficción, la cronología histórica parece haber sido obviada como principio organizador también en la obra de Rosalía.
Pero eso es típico de hoy en día. En la era de plataformas musicales como Spotify, eventos musicales de distintas épocas están a un clic de distancia. La simultaneidad de lo no simultáneo reina suprema. En este sentido, Rosalía, quien describe su música como un «rompecabezas» o un «laberinto», yuxtapone con maestría y naturalidad el Barroco y el Flamenco, el Romanticismo y el Pop.
Para las generaciones ajenas a la música clásica o a cualquier otra tradición antigua, la exuberante propuesta sonora de Rosalía puede tener un efecto compensatorio: «Lux» promete no solo una conexión con el legado cultural de Bach, Beethoven y Bizet, sino también, en nuestro presente convulso, una sensación de reflexión espiritual. Esto podría explicar la respuesta eufórica a este ambicioso álbum.
Un trabajo sin parangónLa ambición artística es esencial en el arte. En la música pop, sin embargo, los intentos sinfónicos demasiado ambiciosos suelen desembocar en un vacío pomposo o en un kitsch puro. «Lux», en cambio, se sitúa muy por encima de los escollos del rock y el pop sinfónicos. Si bien no está exento de cierta pretensión pomposa, «Lux» demuestra ser un álbum maduro.
Una canción como «Berghain» (con la colaboración de Björk) podría no resultar del todo convincente. El tema, con reminiscencias de Vivaldi, desentona debido a su peculiar letra en alemán («La llama penetra mi cerebro como un osito de peluche de plomo»). Sin embargo, la diversidad lingüística que forma parte del concepto de Rosalía es cautivadora. No solo canta en español, sino que también cita otras trece lenguas, desde inglés y ucraniano hasta hebreo y latín.
El objetivo es evocar una atmósfera especial a través del lenguaje. Rosalía entona "Memória" en portugués porque es un fado. Y en "Porcelana", se evoca una misa en latín cuando canta "Ego sum nihil, ego sum lux mundi" (No soy nada, soy la luz del mundo).
Cuanto más se escucha, más ideas y destellos de inspiración se revelan en "Lux". Así, el álbum demuestra ser la obra original y única que la ambiciosa y talentosa española pretendía. Rosalía contó con la ayuda de un gran número de compositores, instrumentistas y productores, entre ellos, la compositora Caroline Shaw y el productor Noah Goldstein.
Una medalla para el exY la propia Rosalía brilla como cantante, poseyendo tanto potencia vocal como una amplia gama de recursos vocales: desde susurros y gemidos hasta la hipnótica palabra hablada, pasando por la exuberante expresividad del cante flamenco y sus incursiones en los registros de una reina del pop de la noche.
Y finalmente, en medio de su fastuosa religión artística, también encuentra espacio para la burla y el desprecio hacia la humanidad: en "Perla", el tema no es Dios, sino el ex (aparentemente el cantante pop puertorriqueño Rauw Alejandro). Y ahora lo llueven maldiciones al ritmo de un vals: Rosalía concluye que se merece la medalla de oro al mayor canalla.
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